lunes, 4 de abril de 2011

SU VIDA


La Madre Lucía del Niño Jesús y de la Santa Faz, en el siglo, Mireya Asunta Escalante Innecco. Nace  bajo el ardiente sol  del llano en el Apure, inmensa planicie que invita a la amplitud del corazón, radiante sol que no deja que lo miremos de frente pero ilumina todo el horizonte, y el todo, enmarcado en la ciudad de San Fernando de Apure. 

Los hermanos Escalante  Innecco fueron cuatro, dos hembras (Mireya e Ibiza) y dos varones (Miguel y Aecio). Mireya Asunta es la primogénita, inmejorable amiga de su propia madre desde su más temprana infancia. Alguna vez, dialogaba con su Madre, y le formuló la siguiente confidencia: “¿existirá un hombre en esta tierra que me quiera toda la vida?”. La mamá le respondió: “ah hija, eso, solamente Dios…”; Mireya, decidida contestó: “pues entonces, me quedo con Dios.”

Su Padre Don Miguel Escalante, hombre de palabra, como legítimo andino, procedente de Tovar, Edo Mérida. “Era una enciclopedia” decía su hija que, muchas veces afirmó desear haber heredado un poquito de la brillantez de su padre. No tenía estudios  superiores pero fue juez durante muchos años en San Fernando debido a su honestidad, rectitud y amplios conocimientos de  leyes.

Su Madre Carolina Innecco Mirabal, nace en San Fernando de Apure, (Edo. Apure).  Llanera de recio temple, de incalculable bondad, sabia con el saber de una experiencia iluminada por el amor y la esperanza, parece bien descrita por el decir de su esposo, cuando después de muerta, le repetirá a Mireya: “tu madre fue un meteoro que cruzó el cielo un sola vez.


Mireya fue una niña como todas,  alegre, traviesa, juguetona, tenía momentos especiales de infantil reflexión o simple ensueño, cuando, como le contaba a su aya, mamá Pancha, que  un niño muy lindo y chiquito venía a jugar  con ella. La misma Madre contaba a sus monjas cómo empezó a soñar con  una monjita que le mostraba libros y la instruía. La mamá insistió en que peguntara quién era la monjita. Nunca explicó la Madre cómo lo averiguó, pero pronto estuvo segura de que era Santa Teresita del Niño Jesús, su libro “Historia de un alma” la cautivó y sintió afecto, admiración y devoción a la Santa de Lisieux.  Devoción que la llevará a pensar y querer ser como la Santa, ingresar al convento y llegar a ser monjita.


Mireya estudió medicina. Empezó estos estudios en la Universidad de los Andes y los concluyó en la Central. Cursó todos los estudios correspondientes, aprobándolos muy bien pero, no presentó los exámenes del último año, cursó hasta el  quinto año de Medicina.
Podemos concluir que lo capital de esta etapa de estudios superiores estuvo constituida por una interrogante que no es otra que su vocación. 

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